La Asamblea social del 31 de julio en El Castillo

En esta Asamblea se convocaron 100 personas y llegaron alrededor de unas 70. De liderazgo de juntas de acción comunal, del tema ambiental, del tema social, además de algunas instituciones y organizaciones de víctimas y de jóvenes. Conversamos alrededor de una línea de tiempo que era como un momento para ubicarnos contextualmente y por hacer memoria e identificar en esa memoria la inhumanidad, digamos, la indignidad que de alguna forma se proyectó y se fue como asimilando como normal durante tantos años allí en el Castillo.

Y intentando paralelamente encontrar quiénes a nivel local eran «los responsables» para la no-repeticion. Ese ejercicio nos permitió luego entonces pensar alrededor de lo que era necesario transformar, para no repetir, construir un pacto social por la no-repetición. Salieron algunas ideas interesantes, por ejemplo, de la transformación del lenguaje para referirse en unos a otros. Despolitizando, desideologizando para evitar el «demonio de la estigmatización». Y asi transitar por unas nuevas relaciones en el Castillo – y que no fuera la ubicación geográfica la que delimitara las formas de sentir, de pensar y de relacionarse con las personas o entre las personas lideres y lideresas allí.

Y también a través de acciones afirmativas como los encuentros deportivos, idea que salió en el encuentro de Reconectando, para de esa manera sentirse de un territorio, de una forma para hallarse en términos de lo geográfico, para encontrarse. Y hacer deporte no para dividir, no para la competencia, sino para encontrarse y construir esa nueva relación de confianza.

Pero también se hablaba de asuntos institucionales e estructurales que tienen que ver con el tema de la Tierra, por ejemplo, cambiar un poco este modelo tradicional de la tenencia de la tierra, sin legalidad, sin un documento administrativo que les dé pertenencia a propiedad sobre las bienes. Entonces se suponía seguir avanzando en esta lógica de hacer un catastro alternativo, y la entrega formal de la legalización de la tenencia de la tierra para evitar que alguien venga y se las compre o busquen que hacen con las tierras de manera agresiva.

Otro también qué tiene que ver con un pacto político para no exacerbar las diferencias históricas ideológicas, sino para construir el futuro. Y ahí estaban los jovenes en esa lógica de construir un futuro, no desde la perspectiva relacional ideológica, sino desde una perspectiva relacional humana.

Y obviamente, la perspectiva de dar paso también a nuevos liderazgos juveniles como una manera, una forma de evitar que la historia se repita. A medida que hay nuevos liderazgos, nuevas iniciativas, pensamiento fresco y mirada fresca del futuro.

Fue muy, muy valioso el aporte de las personas que estuvieron allí en Reconectando en este encuentro, que me parece que los conectó con la vida y con el territorio y los puso en un escenario de capacidad de liderazgo. Porque ellos tienen capacidad de liderazgo, pero un liderazgo también con mucha carga simbólica y con mucho sentido y significado de las cosas.

Me parece que en eso fue muy importante que Reconectando se dio antes de la Asamblea ((y no después como pensabamos incialmente) porque sí ayudó a 1) poner en evidencia nuevos liderazgos, pero además 2) para potenciarles en términos de organización, de logística, de cómo pensarse un evento con un sentido y un objetivo claro de superar la tragedia que les ha tocado vivir. Entonces los chicos y las chicas que estuvieron en Reconectando fueron los que lideraron el ejercicio.

Y fueron ellos los que de alguna forma hicieron la convocatoria, organizaron logísticamente y desarrollaron también el acompañamiento en los grupos, en las reflexiones y lideraban el tema del ritual. Creo que ellos son muy importantes y creo que se les aportó unos elementos muy muy significativos para su liderazgo y su incidencia social durante el taller de Reconectando. Creo que ahí hay una llama y una semilla que creo que puede dar frutos pronto.

Así que muy agradecido por el apoyo de Reconectando de facilitar allí en el Castillo un escenario para reflexionar profundamente sobre la estigmatización, sobre el uso de la violencia como un medio para dirimir conflictos comunitarios, pero principalmente para soñar, para pensar y sentir de muchas formas nuevas el futuro, donde la no repetición es como la pauta. El conflicto armado se ha quedado atrás y ha permitido entonces una nueva realidad para el Castillo.

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