Imagen de portada: Casa Sumapaz tiene muchas medicinas naturales: en sus platos, en su reserva y en su piscina transparente
Finalmente, una de las intenciones centrales del Laboratorio es la de restablecer la relación con la Naturaleza, porque a través de ella nos unimos con todos los seres vivos, nos reconocemos como parte de un todo y nos identificamos como guardianes de la vida – tanto la vida en nuestro mundo interior, como la vida con la cual estamos entretejida.
La cocina consciente en Casa Sumapaz era quizás la primera experiencia de reconexión con la Tierra – la gran mayoria de los y las asistentes no eran para nada vegetarianos, pero todos se quedaron sorpendidos por la vitalidad y la felicidad que sintieron a saborear los alimentos coloridos y sanos de una cocina hecha con tanto amor!
…rutas hacia la Paz y el Buen Vivir en Casa Sumapaz…
Es cierto que esta vez no tuvimos acceso a una naturaleza exuberante con quebradas y cascadas, sino a una reserva natural muy bella con su propia magia de heliconias, cantos de pajaros, una luz incomparable…y la verdad, no hace falta una vivencia totalmente «Into the wild» («Hacia rutas salvajes») para poder experimentar rutas hacia la Paz y el Buen Vivir.
Diógenes, gran líder agrario de Sumapaz, contó después de su caminata en busqueda de un Gaia Refugio:
Logré establecer que ahí en la hierbita bajita había como seis o siete hierbas, todas conviviendo ahí. Sí, y fuera de eso, pues escuchaba la ranita y escuchaba los grillos. O sea, toda esa diversidad de plantas y de animalitos conviviendo ahí en eso, ¿cierto? Y ya después me fui al bosque más grandecito, como de aquí para arriba, y veía que también ahí había una serie de convivencias. Ya había varios árboles, había bejucos, había diferentes, había quiches y todos conviven ahí. Entonces ya después miré los árboles más grandes y veía lo mismo: siete u ocho clases, nueve clases diferentes de árboles, de plantas y animales también conviviendo ahí. Entonces entendí que debemos seguir persistiendo en lograr la paz, en lograr la convivencia entre todos los seres humanos en medio de la diferencia.
Sebastián, nuestro anfitrión en Casa Sumapaz, nos recordó que entre todos tenemos la potencia del micelio, de la red natural que se esconde en los bosques y que mantiene y defiende la vida:
Fue un encuentro muy, muy bonito de poder espejarme en el afuera, en el Agave, en la naturaleza. Pero contradictoriamente, el afuera me dijo también «váyase adentro, investigue dentro de usted y reconozca cuáles son tus atributos únicos». Bueno, me identifiqué mucho en mi naturaleza con la propia naturaleza de las plantas, la propia capacidad de las plantas. Vi mucho el subsuelo de las plantas, de lo que no se ve, los hongos del micelio que están dentro de las plantas. Y me dije a mí mismo «yo soy un micelio». De muchas maneras.
Y me llevo también algo que me transforma es que definitivamente esa sanación de esas heridas tan profundas perpetradas por la guerra es sólo a través de la psicomagia colectiva, del mental colectivo y de los locos que se atreven a proponernos este tipo de metodologías que conectan cielo y tierra y corazón.
Fermín (alias «Libertad») y Sandra, esposos eternamente enamorados y ex-combatientes de las FARC – ambos reintegrados a la vida civil, lideran muchos procesos campesinos en Sumapaz, Sandra con temas de mujeres y memoria, Fermín trabajando en temas de defensa del territorio, del campesinado y del ambiente. Al final del laboratorio en Sumapaz nos sorprendieron con los siguientes versos:
«A la Madre Tierra que nos vio nacer,
cuidarla y protegerla es nuestro deber.
A Casa Sumapaz un abrazo muy sincero
y que siga su proyecto con agrado y con esmero.
A todos los presentes un abrazo fraternal,
los acuerdos de la Habana los vamos a implementar.
La soberanía alimentaria es nuestra misión
y entre parteros y parteras construimos la nación.
La energía que hoy nos nutre, restablece nuestras vidas
y allí en los territorios subsanamos las heridas.
Miceliando miceliando, las mujeres van marchando
y sus huellas de camino se van Re-Conectando.»
Este fue, en grandes trazos, nuestro encuentro en Arbeláez. Como cada uno de los Laboratorios, fue una experiencia única de crecimiento personal y colectivo. Y fue también, como en cada caso, un motivo de gran esperanza.