Norte de Santander: Caminando hacia la dignidad colectiva.

El 27 de septiembre, nos volvimos a encontrar con nuestra familia del Norte de Santander. Nos sorprendió cuánto se ha fortalecido la relación entre la Casa de la Verdad y las personas que asistieron a nuestro laboratorio de mayo 2019. Ha pasado ya más de un año, y el compromiso que hicimos juntos y juntas en Bochalema, alrededor del fuego, de cuidar el legado de la Comisión y de honrar el Buen Vivir como brújula activa en el camino, solo se han reafirmado. Ese día, nuestras hermanas Alba Luz, lideresa encargada de la Red de Mujeres Comunitarias, y Katerin, se preparaban para el Diálogo para la No Continuidad que se llevaría a cabo el día 15 de octubre en Cúcuta.

Katerin, excombatiente de las FARC-EP, y una de las 24 “semillas de Reconectando”, es una mujer que le apuesta férreamente a la paz. Más allá de una paz entre humanos, su apuesta contempla la decisión de asumirnos desde esa dimensión telúrica que nos entrelaza entre todas las especies que habitamos esta Casa Común. Para ella el cuidado del territorio y de la vida pasan por entendernos en dinámicas y ritmos que involucran a las iguanas, a los árboles, a los ríos y a la luna. Todas las noches le toma una fotografía a la luna, pone en palabras sus verdades más trascendentales al silencio de su luz y, cuando puede, participa en las danzas de paz, y las danzas de la Luna (en la Eco Atlántida en Cajibio, Cauca) junto con otros peregrinos y peregrinas que buscan invocar e incorporar ese sentido de unión y conexión con la belleza sagrada de la vida.

En el Diálogo para la No Continuidad que abrió la Comisión de la Verdad en Cúcuta sobre las razones por las que el conflicto persiste en el Catatumbo, Katerin conmovió a tod@s con su relato íntimo sobre cómo la guerra ha roto el tejido social y acentuado nuestro aislamiento, congelándonos en el ensimismamiento individualista:

En Re-Conectando hicimos un ritual en el que morimos para volver a nacer: La Cabaña de la Muerte. Es un ritual inspirado en la cosmología maya, en la tradición del Gran Juego del Balón de la Corte. Allí se honraba la muerte del mundo para reiniciar la vida nuevamente. Katerin nos compartió una reflexión profunda sobre su experiencia en este ritual de paso, reflejando el sentido mismo de ser semilla: sembrar una visión que honre el florecimiento de la vida en los territorios, que permita que transitemos juntos y juntas hacia la co-evolución, cooperativa siempre, y que abone a esa dignidad colectiva que encarna el Buen Vivir:

Así, vamos floreciendo. Seguimos caminando con dignidad y belleza, en medio del dolor.

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