¿Cómo enfrentar el desastre en el que estamos sin enloquecer? Esta es una de las preguntas que nos ha guiado y que inspira el Trabajo Que Reconecta. Ante las múltiples dinámicas que se repiten y se actualizan constantemente para perpetuar las violencias del sistema en el que vivimos, aparece la sensación colectiva de estar inmersos en una realidad tan abrumadora que nos excede. La indignación y la frustración desencadenadas, pueden llevarnos a la parálisis o, al contrario, a la reacción inminente e inmediata, así ésta no traiga los cambios reales que quisiéramos ver pasando.
Joanna Macy y Chris Johnstone nos invitan a hacer una pausa en este tiempo para movernos hacia el tiempo profundo, ese que va más allá del tiempo humano. El tiempo profundo hace referencia a la consciencia del espacio limitado que ocupamos los seres humanos en un orden natural más amplio al que estamos interconectados, y en el estamos radicalmente unidos a una increíble biodiversidad de ancestros y seres del futuro. En el tiempo profundo podemos disponernos a sentir nuestra interpelación con los seres que nos rodean, con la manera en la que se manifiestan e interactúan todos los elementos de nuestro entorno y a trascender, incluso, nuestros límites identitarios para poder responder en colectivo. Allí podemos decidir cómo queremos entender lo que ha pasado en nuestro mundo, lo que pasa y los pequeños grandes pasos con los que queremos seguir andando. Tenemos el poder de elegir cómo queremos responder, y ese poder no podemos subestimarlo: nuestras respuestas están moldeadas por las historias que nos contamos acerca de lo que es nuestra realidad, y si somos conscientes de las múltiples dinámicas que hacen parte del sistema, en un tiempo que es más amplio del que marcan relojes y algunos calendarios, podemos irlo sanando de a pocos.
Por todo lo anterior hablamos del tiempo profundo también como el espacio en donde emerge la esperanza activa. La esperanza activa, aquí, no es un sentimiento ni una ilusión que poseemos; es, más bien, algo en lo que podemos involucrarnos para actuar, incluso, si nos sentimos pesimistas ante el futuro. La esperanza activa surge de esta consciencia colectiva que deviene acción desde la noción de que todas las vidas, todas nuestras existencias, tienen medicinas necesarias para hacer del planeta un sistema sostenible. Por eso nos encontramos, y la esperanza activa nos permite habitar y re-imaginar ese organismo colectivo, revelándonos sorpresas que siempre nos vuelven a enamorar de la vida.